miércoles, 15 de junio de 2016

La India


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La llegada de los Arios

El origen de los Arios es desconocido, pero se cree que comenzaron al sur de Rusia, donde en el segundo milenio a.c. el caballo fue domesticado por agriculturas nómadas que desarrollaron una cultura guerrera. Su religión se basaba en la naturaleza a diferencia de la cultura habitada en territorio Indo que eran mas avanzados y poseían una diosa madre acompañada de ritos de fertilidad y su gobierno de reyes-sacerdotes. las dos culturas hablaban sánscrito. Aunque ario era una designación lingüística representaba a un grupo de pueblos que en dos ramas se abrieron camino hasta la india.

Se considera que ellos eran nobles, y los nativos por su color de piel eran considerados "dasa" (esclavo). que implementarían un cambio religioso, como lo veremos a continuación

El sistema de Castas

No se sabe a ciencia cierta cuando fue su origen, pero se cree entre 1000 a.c al siglo V a.c. se implementaron fuertemente.
Los arios estaban en la punta y el pueblo natal como en lo inferior, habia diferentes divisiones como los "kshatriyas"  (nobles, guerreros), los "brahamanes" (sacerdote) el de los "vaisyas" (comerciantes, campesinos y artesanos) y el de los "sudras" (siervos no arios) también en cada grupo su división por el color de piel, por eso la palabra casta viene de la palabra "varna" que significa color.

Todos los aspectos de la vida estaban regulados por la herencia y la ocupación, tanto como le matrimonio, la fuente de alimento, los caminos y las escuelas. también existe un grupo llamados "parias" que no son considerados participe de alguna casta, los "intocables". Se ocupaban de tareas ceremoniales impuras como la recogida de basura, el lavado de ropa y el curtido del cuero. Las cuatro castas según la tradición se desprendieron del cuerpo del Creador




Los Vedas

Este sistema sirvió para estabilizar la religión, cultural y política manteniendo este sistema por generaciones. los arios abandonaron el modo de vivir nómada para asentarse en el valle del Ganges no abandonaron su cultura pastoril anterior y su robusto optimismo en favor de una filosofía social y política estática, negadora del mundo, que hallaría expresión en el sistema de castas, la ley del karma y la doctrina de la reencarnación.

Sus himnos anteriores, los del "Rigveda" presentan un panorama muy distinto de la vida tribal, vagamente organizada en grupos de familias emparentadas o clanes, con cada tribu regida por su rey y adorando a una serie de dioses naturalistas: Dyaus Pitar, el Ser Supremo; Varuna, el cielo que todo lo abarca; Surya, el sol; Usas, la aurora; Indra, la tormenta; Agni, el fuego, y los Maruts, los vientos.
Los Brahmanes
al finales del siglo vil a. C. los brahmanes, firmemente establecidos dentro del sistema de castas como maestros del ritual sacrificial y del  conocimiento sagrado {veda) del que dependían todas las cosas del cielo y de la tierra.

Habían llegado a ocupar una posición única de poder y privilegio en la sociedad. La realización absolutamente correcta de la que dependía la eficacia de algunos de los ritos requería a veces semanas o meses: de hecho, el sacrificio del caballo se prolongaba durante más de un año. Todo ello exigía un adiestramiento complejo e instrucciones pormenorizadas para la práctica del culto, así como alguna explicación de lo que se decía v hacía, en forma de comentarios.

El Jainismo

Vardhamana, hijo del jefe de un clan kshatriya y nacido hacia el 540 a. C. cerca de Vaisali. Insatisfecho con el idealismo monista que reducía el mundo de la experiencia cotidiana a una ilusión, y repudiando las pretensiones de los brahmanes, Vardhamana fijó su atención en la asociación de alma y cuerpo tal como la entendía la filosofía samkhya, y vio en ella el mal fundamental. Mientras el alma, a la que él llamó jiva, permanezca encerrada bajo estratos de karma, jamás podrá comprender que es de naturaleza puramente espiritual y posee sabiduría, poder y bondad ilimitados. Durante doce años, Vardhamana practicó una ascesis severísima hasta alcanzar, a la edad de cuarenta y dos, el conocimiento espiritual pleno o kevala y  convertirse así en Mahavira, «el Venerable».

En los treinta años siguientes recorrió la región enseñando su sistema y organizando el movimiento que tomó su nombre de la palabra jiña, que significa «el que ha vencido sus pasiones» y obtenido un dominio absoluto sobre sí mismo. Para alcanzar esta condición los aspirantes convivían en comunidades religiosas sin organización estricta, que más adelante se dividieron en dos facciones rivales, la de los «vestidos de blanco» y la de los «vestidos de aire», llamados así porque los primeros iban vestidos y los segundos desnudos. Ambas órdenes buscaban la liberación mediante las prácticas de austeridad (tapas), la meditación intensa y un control riguroso del pensamiento y las pasiones. Les estaba prohibido quitar la vida a cualquier ser animado, y también la mentira, el hurto, la sensualidad y todo tipo de atadura terrena.
Pero siguen siendo un pequeño grupo ecléctico de aproximadamente un millón y medio de adeptos, concentrados en su mayor parte en la región de Bombay. Es discutible hasta qué punto sea lícito considerarles como organización religiosa, dado que
en su disciplina no hay lugar a la idea de un Dios o Absoluto. Por el contrario, siempre han repudiado esa clase de conceptos, interpretando la fe como recto conocimiento de la relación entre materia y pensamiento, y su aplicación práctica como la línea de conducta a adoptar para alcanzar la emancipación, sin mediación alguna entre el orden temporal y el mundo eterno.

El Budismo

Mahavira, Siddharta, al que más tarde se conocería con el nombre de Buda, nació a mediados del siglo vi a. C., en el seno de una familia aristócrata de la casta kshdtriya, los Gautama. Parece que su padre era un jefe del clan Sakya en el norte de la India, a unos ciento cincuenta kilómetros de Benarés, en las estribaciones del Himalaya. En torno a su nacimiento y niñez han brotado numerosas leyendas, pero es poco lo que se sabe con certeza sobre su formación. Hay motivos para creer, sin embargo, que la vida en el hogar en que creció, como ha dicho Keneth Saunders, «no sería muy distinta de la de un castillo escocés en la Edad Media». Se nos dice que antes de cumplir los veinte años se casó con la hija de un jefe vecino, a quien se califica de «princesa». De este matrimonio nació un hijo, pero Siddharta (o Gautama, como se le suele llamar), con un gesto típicamente hindú, abandonó su hogar en busca de algo que le permitiera sobreponerse al sufrimiento y deterioro de cuantas cosas terrenales veía en torno a sí,  descubrir un sentido más elevado y permanente en la vida y el destino humano. Tras vestir la túnica amarilla de los ascetas, consultó en primer lugar a dos brahmanes que vivían en cuevas en un monte cercano a Rajagaha, ciudad real de la provincia de Magadha. Pero poca iluminación pudo obtener de ellos más allá de la abstracción mística subjetiva —"el reino de la nada"» como remate a una vida de meditación— después de un breve período de vida errante fijó su residencia en las profundidades del bosque de Uruvela. 

Durante seis años practicó allí, según la tradición, austeridades cada vez más sobrehumanas, hasta ponerse al borde de la muerte. Reducidos a la piel y los huesos por efecto de sus rigurosas disciplinas, él y los otros cinco ascetas que se le habían unido seguían sin encontrar un camino que condujese a la Iluminación. Convencido de la inutilidad de semejante ascesis, Gautama se separó entonces de sus compañeros para seguir un «camino intermedio entre la mortificación infructuosa y la vida de los placeres.

La Iluminación de Buda

Peregrinaba como mendicante por Magadha cuando, apartándose del camino, se internó en una arboleda deliciosa en el lugar hoy conocido como Bodhgaya, donde ahora se alza el templo Mahabodhi. Allí se sentó en una postura de yoga bajo un árbol bodhi, junto a un arroyo claro, y decidió permanecer así hasta alcanzar la Iluminación. Hecha esta promesa relajó su voluntad, reconoció sus fracasos anteriores, y se vio recompensado por una gran experiencia, disfrutando durante siete días del gozo de la emancipación. Comprendió entonces que la causa de todas las miserias humanas es el deseo (tanha), que nace de la voluntad de vivir y la voluntad de poseer. Mientras no se tome conciencia de este hecho, no se podrá avanzar hacia la paz del nirvana. Partiendo de este principio básico, Gautama, que era ya el Buda o «Iluminado », enunció sus Cuatro Verdades Nobles, que por medio del Sendero de Ocho Divisiones conducirían al conocimiento espiritual y  sabiduría superior que tan denodadamente había luchado por conseguir.
Efectivamente, las Cuatro Verdades Nobles y el Sendero de Ocho Divisiones venían a ser poco más que un «camino intermedio» entre la búsqueda hinduista de la emancipación por el conocimiento y las obras, y el austero ascetismo de los jainíes para alcanzar el mismo fin. Quedaba anulado el sistema de castas, así como el orden ritual brahmánico, el monismo de los Upanisads y, de hecho, toda concepción de la divinidad o del yo (atman) como ego o alma permanente e individual. La doctrina del karma y la creencia en la reencarnación y  transmigración conservaban la posición central que habían ocupado en el hinduismo, y, al igual que el jainismo, el nuevo movimiento era esencialmente monástico, en tanto en cuanto el modo de vida budista presuponía en quienes lo adoptasen plenamente la convivencia en órdenes religiosas regidas por una regla ν una disciplina definidas.

Al mismo tiempo, sin embargo, se preveía la existencia de un laicado que, como el del jainismo, se comprometiese a cumplir los cuatro preceptos contra la destrucción de seres vivos, el hurto, la falsedad y la impureza, con ciertas modificaciones que los hicieran compatibles con la vida doméstica normal. La castidad, por ejemplo, se interpretaba como fidelidad en el matrimonio, y se permitía quitar la vida con fines alimenticios. Las bebidas embriagadoras, el juego, la asistencia a ferias, el callejeo a horas  improcedentes, la ociosidad y el trato con personas ideseables quedaban  estrictamente prohibidos. El buen laico, en fin, debía vivir con moderación y contribuir con sus limosnas al sostenimiento de los monasterios. De ese modo iría acumulando méritos y, si bien no podía esperar la emancipación en esta vida, al morir podría pasar a uno de los cielos, para aguardar allí el  renacimiento en un estado más alto en el camino hacia el nirvana.

las Nobles Verdades

1) la verdad del sufrimiento:
¿Porque? por el agregado de la materialidad, sensación, percepción, formación y conciencia. (porque todo lo que es condicionado es sufrimiento)
2) la noble verdad del origen del sufrimiento
¿porque? por el deseo de vivir, el apego y las pasiones
3) la noble verdad de la cesación del sufrimiento.
es la erradicación de las impurezas mundanas
4) El camino que lleva a la cesación del sufrimiento.
El recto entendimiento, el recto pensamiento, el recto lenguaje, la recta acción, la recta vida, recto esfuerzo, recta atentaron correcta y la recta concentración.

El Budismo en China

Se afirma que el budismo llegó a China en el siglo i a. C., en los primeros tiempos de la dinastía Han; pero, aunque esta tradición no tiene nada de improbable, la evidencia histórica no se remonta más allá del año 65 de la era cristiana, cuando, según la leyenda, el emperador Ming-ti, inspirado por un sueño, mandó traer de la India maestros, libros e imágenes budistas. Tras esta historia late quizá el recuerdo de infiltraciones muy tempranas de la fe, que, de todos modos, no avanzó mucho hasta la quiebra del antiguo orden que sobrevino a la caída de la dinastía Han, en el año 220 d. C. La confusión y el desorden subsiguientes a la desintegración de una sociedad feudal constituían un caldo de cultivo muy favorable para la aparición de nuevas fuerzas de consolidación espiritual. La alternativa que se planteó entonces daba a elegir entre el misticismo quietista del taoísmo indígena, que examinaremos más adelante, y el camino de salvación más práctico que ofrecían los misioneros del budismo mahayana.

Budismo en Japón

De China el movimiento sectario pasó al Japón, donde alcanzaría su más plena expresión y madurez. Aunque en los círculos de la corte quizá fuera ya conocido en el siglo iv, la fecha oficial de introducción del budismo en Corea es el año 552 d. C. En el 625 se fundaron dos sectas, una llamada sanron o «Tres Libros», la otra jojitsu, por ser ese el nombre de su texto sagrado, El libro de la perfección de la verdad. Ambas se han extinguido, al igual que otras tres, las denominadas kusha, hosso y kegon, que llegaron al Japón en los siglos vn y vm: todas ellas eran demasiado literarias, limitadas y escolásticas o místicas para ejercer un atractivo popular. Más duradera e importante fue la secta tendai, establecida en 804 con El loto de la verdadera ley como texto principal. Era un producto del movimiento racionalista que se proponía alcanzar gradualmente el conocimiento verdadero mediante el estudio de las escrituras, unido a la disciplina ascética y la práctica de técnicas rituales como el yoga a manera de auxilios a la meditación (dhyana).
Aparece un renovador religioso de gran relieve en el siglo X, Genshin (942-1017), con un nuevo culto a “Amida”, el señor de la luz infinita; donde se ocupaba en primer lugar la adoración de Todo (Tierra pura) una recolección de un budismo más sencillo.
Pero nada de esto satisfacía a un monje llamado Nichiren, que, tras estudiar las doctrinas shingon y tendal, en 1253 llegó a la conclusión de que solamente en El loto de la verdadera ley se contenía la enseñanza ortodoxa del budismo original. Acto seguido emprendió una vigorosa campaña de ataques contra todas las sectas, con la firme convicción de ser él mismo la encarnación del bodhisattva o buda salvador cuya venida estaba anunciada en el sutra del loto, encargado de restablecer la verdadera fe y rescatar así al país de la guerra civil que entonces lo asolaba. Su celo pro ético y sus violentas denuncias le ganaron bastantes seguidores, y poco después la amenaza de una invasión mongola se interpretó como vindicación de sus profecías, pese a la oposición enconada que había despertado. Su secta ha sobrevivido básicamente como movimiento político, centrado más en el nacionalismo japonés que en el budismo tradicional.

La educación:

Siempre el pueblo hindú ha estado preocupado tratando de averiguar la ontológica del ser humano, que está dividido en la multiplicidad de sus deseos, la distinción qu existe entre el yo y el no yo. El deseo de posesión pierde al hombre, quien no puede fácilmente desprenderse de los elementos más mordaces del egoísmo moral.

En el pensamiento hindú lo peor del hombre es tener que vivir en este deficiente cosmos. Su mismo sufrimiento es consecuencia de su estancia en el mundo. “el cuerpo es dolor porque es el lugar del dolor; los sentidos, los objetos, las percepciones son sufrimientos porque llevan al sufrimiento; le mismo placer mundano es sufrimiento” (Anirudha: comentario a Samkhya Sutra, II, I).
Por lo cual encontramos en la cultura el deseo y hasta una necesidad de perfeccionarse, y esto con llega a liberarse de su desgracia, o sea, su ignorancia metafísica. Por lo cual su objetivo pedagógico es la liberación del espíritu.

Peor las clases más bajas estaban vedadas en el conocimiento de la escritura, lectura y calculo, siendo los brahmanes la única clase con estos privilegios.
Las Fuentes clásicas de la cultura y de la educación son: los vedas, la interpretación de los libros sagrados (Upanisad), poemas (Mahabharata y Ramayana), el fondo tradicional (smriti) y las leyes de Manù.

Estos libros son base de la cultura, el saber que tiene un soporte filológico procede casi íntegramente de los libros vedas. También procede de estos mismos libros el llamado diez ciencias (fonética, gramática, métrica, liturgia, exegesis, astronomía, leyenda, jurisprudencia, lógica y dogmática, música y medicina que serían colocadas al avanzar el tiempo). Muy pocos estudiantes se dedicaban a estudiar a las 4 vedas, ordinalmente el estudio duraba doce años hasta la edad de 20 años.
El gurú o maestro del espíritu es tenido de gran estima por el pueblo, gracias a la excelsa labor que realiza, “el que honra a su madre gana el mundo terrestre, el que honra a su padre el segundo mundo, y el que continuamente honra a su maestro gana el mundo celeste de Brahma.”
La educación suele darse al aire libre, bajo un árbol, esta se repartirá dependiendo del estado económico de la familia, los más acomodados serán estudios personalizados mientras que los otros que pueden apenas pagar por enseñanza particular, se limitaran a enseñar a leer, escribir y a iniciar en el cálculo.

La relación entre maestro y estudiante es íntima y personalizada, el gurú se dedicará el tiempo necesario para cada uno, como se dice popularmente “que tu pensamiento siga al mío; que te goces con toda tu alma en mi palabra; que el Dios Sabio te una a mi”

¿acaso no están todos sujetos al dolor, enfermedad y muerte? Una voz proclama igualdad, y amor a los demás; con las nuevas enseñanzas de Siddharta Gautama recomienda a sus discípulos que no pierdan el tiempo en discusiones acerca de los clásicos temas de existir, del mas allá, etc. Lo principal es buscar liberación del espíritu, todo lo demás se resolverá como consecuencia de esto. Por otro lado, no da valor alguno a lo que nos haya llegado atreves de los sentidos. Todo lo inmaterial es inaceptable.



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