jueves, 16 de junio de 2016

Educación en China


“No dejé nunca de instruir a todo aquel que vino a mi, aun con sencillo presente”
K`ung Fut-tzu (Confucio)

Hablando acerca de la instrucción social en china sería conveniente separar el estudio en dos partes, antes de Confucio y después de Confucio.

En el libro “historia de la educación” escrita por Ditter “el objeto de la educación en China es transmitir fielmente a la juventud las tradiciones del pasado y acostumbrarlos con todo rigor a no salirse de la ley. A nadie es permitido introducir revisiones ni en las artes ni en los oficios. No existe liberta ni aun en el desarrollo de las facultades humanas. Todo choca contra la uniformidad de la vida… el principio de la permanencia es la regla impersonal de la educación. El objetivo final es la utilidad y, por consiguiente, el egoísmo. El discípulo está sometido a una rutina segura, de pura copia…”

En estos años la educación era realizada por los altos mandos como funcionarios oficiales, era la perfección de los individuos y la dirección política, pero para poder entender más podemos entenderlo con un aspecto moral del individuo, la piedad filial (la supervaloración del régimen familiar), la música y las ceremonias (como una medicina contra las pasiones), y el entrenamiento guerrero.

Pero la educación vale recalcar que era un privilegio de la clase aristocrática mientras que el pueblo no podía participar de este gran privilegio.
Por el siglo XVI aparecen dos personajes que darán un gran cambio en la cultura China, Lao-Tsé y Confucio, este último tendría un papel como sintetizador, para fundir preceptos casi olvidados y moldear el espíritu de su pueblo.

Su pensamiento abarcaba en el axioma de que “la medida del hombre es el hombre” y propone una idea que en esa época no era concebida en el mundo, la del universalismo educativo, el don de la educación no es privada sino de todos. Esto no sentaría bien a los nobles dado que no solo era lo que los distinguía socialmente sino era su privilegio, pero el pueblo lo siguió y aparecieron las primeras escuelas populares.

Cree que la educación no tiene solamente un alcance intelectual, sino que debe procurar además y sobre todo la elevación espiritual de los que se educan. Por lo cual en la tierra de China se crea un nuevo oficio, el oficio de docente desligado del propio gobernante. Para resumir sus actos:
-          La enseñanza impartida era individual, aconsejaba que si no querían que el esfuerzo sea inútil debían la diversidad de cualidades humanas. El maestro solo podía sugerir, provocar la acción del estudiante, la auto-educación.

-          Utilización del interés debía estimular a los estudiantes, el estudio debía resolver la tensión provocada de la duda.  Pero no todo fue armonioso, ya en los años 255 antes de Cristo, comienza a reinar la dinastía Ch`in que con ellos tenían un deseo de gobernar de manera dictatorial, pero se enfrentaron a los pensamientos que había quedado de Confucio, con ideas de democracia y riqueza humana, por lo cual persiguen a los grandes maestros para matarlos, queman sus libros, pero sus planes no se consiguen, el pueblo ahora en busca de su propia iluminación se revela contra ellos, y se instituye la dinastía Han quien fortalecerá la doctrina de Confucio y implementara en toda China sus escuelas.

Zoroastrismo

≪Los dos espíritus primigenios que se revelaron como gemelos en la visión, son lo Mejor y lo Malo en el pensamiento, la palabra y la acción. Y entre uno y otro los prudentes escogen con acierto, pero los necios no≫

En la India, donde, como ya explicamos, los pueblos de lengua aria practicaban un complicado politeísmo de dioses naturalistas, se llamaba a las deidades bienhechoras daevas (≪brillantes≫), y a los demonios asuras (≪señores ≫). En Irán se invirtieron esos términos: los daevas pasaron a ser malos espíritus, como en el caso del benéfico Indra, que fue transformado en un ser perverso, mientras que los asuras (escrito aburas) eran las verdaderas deidades iranias.
El fuego sacrificial, llevaba en la India el nombre de Agni, se convirtió en el Iran en objeto principal de culto, estrechamente ligado a la bebida embriagadora haoma, que se exprimía sacrificialmente y se bebía sacramentalmente, como en el hinduismo, para obtener inspiración, salud y poder, aunque hoy día solo la consume el sacerdote.

Zaratustra

Tales eran los seres divinos y su culto cuando Zaratustra puso en marcha su reforma, convencido de ser el enviado de Ahura Mazda, el Senor Sabio y único Dios. Repudio todos los dioses iranios védicos y sus mitologías, las ofrendas sacrificiales y la ingestión del haoma sagrado, y subordino a Ahura Mazda todos los aburas y  daevas, comprometidos en un combate universal entre el bien y el mal, abandonando al mismo tiempo el culto a todas las deidades más antiguas en favor del único Señor Sabio Supremo, Ahura Mazda, más tarde llamado Ormuz.

Ahura Mazda Fue Zaratustra, sin embargo, quien le presento como creador universal y mantenedor del bien y del mal. Le estaban subordinados diversos seres divinos creados por el, o atributos suyos personificados, como Vohu Mana o el buen pensamiento, Asa Vahista o la rectitud (el orden mejor), Kshatra Vairya o el dominio, Haurvatat o la prosperidad, Aramaiti o la conciencia recta y la piedad, y Ameretat o la inmortalidad, junto con Spent a Mainyu, el Espíritu santo y benéfico que esta en conflicto perpetuo con Angra Mainyu, la mentira o Espíritu maligno primigenio, también llamado el Druj.

El bien y el mal

Como llegaron a existir los dos principios primigenios del bien y el mal es algo que no se nos explica, como tampoco se nos explica en los Evangelios cristianos. Que están en conflicto perpetuo es innegable. Sin embargo, dado que el universo es creación del Dios único y únicamente bueno, los órdenes material y moral proceden de su voluntad bondadosa.

Pero la decisión entre el bien y el mal está también en la persona Con su elección acertada, aquellos que obedecen la ley (ashavan) de Ahura colaboran en la victoria final del Espíritu Bueno del Señor Sabio sobre la Mentira (el Druj, Angra Mainyu). Deben decir siempre verdad, repudiar la vida nómada, labrar la tierra, cultivar cereales ν frutas, tratar con cariño a los animales domésticos y regar los campos secos, porque ≪el que no es labrador no tiene parte en la buena nueva≫ (Yasna, 31, 10).

Esta identificación de la agricultura con la vida honesta procedía del hecho de que los adoradores de Ahura Mazda eran granjeros sedentarios que continuamente tenían que defenderse del pillaje de los nómadas del Norte, los tirarnos, a quienes consideraban seguidores de las fuerzas del mal, siempre intentando robar ganado para sacrificarlo a los daevas. Contra ellos lucho Zaratustra en sus guerras santas, y fue su victoria lo que le permitió asentar la nueva fe sobre una base firme. En efecto, se dice que el profeta perdió la vida cuando los turamos asaltaron Balj y destruyeron el templo zoroástrico de Nush Azar, en cuyo altar del fuego estaba oficiando. Fuera o no esta guerra santa la ocasión y manera de su muerte, lo cierto es que el movimiento que había iniciado le sobrevivió, si bien pronto había de perder su monoteísmo fundamental y su carácter estrictamente ético.

Escatología

Zaratustra mantuvo siempre que al final el mal seria destruido y prevalecería el bien. Así, en su doctrina de las postrimerías, que constituye la primera escatología sistemática de la historia de las religiones y estaba llamada a ejercer una influencia incalculable sobre las especulaciones apocalípticas del judaísmo, el cristianismo y el Islam, ensenaba que al fin del mundo habría una resurrección general, tras de la cual las fuerzas del bien y del mal tendrían que someterse a una prueba de fuego y metal fundido. Aunque en los Gathas no esta muy claro si esta prueba llevaría consigo la destrucción de Angra Mainvu y sus secuaces, el resultado del juicio seria el establecimiento del reino de Ahura Mazda y la proclamación de una edad de oro del orden. En ese mundo renovado, ya fuera terreno o de orden espiritual, solo tendrían cabida los justos, y su recompensa final estaría condicionada por las elecciones éticas que hubieran hecho en esta vida.

Además de esta ≪Gran Consumación≫' al completarse el ciclo actual del mundo e iniciarse un nuevo ciclo libre de todo mal, habría un juicio individual inmediatamente después de la muerte. Cada hombre, responsable de sus actos sobre la tierra, tendría que dar cuenta de ellos, y el balance resultante decidiría su destino. Si perseveraba en el bien y practicaba los buenos pensamientos, las buenas obras y las buenas palabras reveladas por Zaratustra, querría un caudal de méritos que, transferidos a su cuenta celestial, le harían solvente en el día del Juicio Final. Si ese caudal compensaba holgadamente sus malas acciones, en el cuarto día después de su muerte pasaría sin dificultad el puente chinvat, que separa a este mundo del siguiente. Para aquellos en cuyas vidas predominaba el mal, este puente se estrechaba al grosor del filo de una navaja, y al perder el equilibrio se precipitaban a las profundidades de un lago ardiente. En cambio, las almas justas que habían seguido los preceptos del profeta lo cruzarían fácilmente y entrarían en el cielo, mientras que, según una escatología posterior, aquellas cuyas buenas acciones igualaban a las malas pasarían a un limbo o estado intermedio (hainestakans), situado entre la tierra y las estrellas, permaneciendo allí hasta el Juicio Final.

Esta doctrina de las postrimerías se basa en el principio de que el hombre se labra su propia salvación. Lo que siembre en esta vida será lo que recoja en la otra: ≪mal por mal, buena recompensa por el bien, aflicción para los malvados, felicidad para los virtuosos. El malvado se condenará, pero el que defiende la virtud se salvará.

≫. Ni mediador o intercesor alguno podría decidir el caso, ni oraciones o sacrificios alterarían la justicia estricta del proceso. El destino de todo ser humano quedaba fijado una vez por todas, según sus propias acciones, en la prueba del fuego del juicio de Ahura Mazda y el paso del puente, llamado ≪el separador≫ (chinvat) porque dividía a los destinados a la ≪Casa de la Mentira≫ de los admitidos en el paraíso o ≪Casa del Canto≫, la forma de existencia mejor.

A intervalos de mil años, Zaratusta será seguido de tres ≪salvadores≫, el último de los cuales, el Saoshyant o Mesías, nacido sobrenaturalmente de una virgen que beberá de un lago cuyas aguas conservan el semen de Zaratustra con ese fin, instaurara en el mundo un nuevo orden glorioso. Resucitaran entonces los muertos, y en el Juicio Final se procederá a separar a buenos y malos, hecho lo cual se verterá metal fundido sobre la tierra y el infierno. Para los buenos será sedante ≪como leche templada≫, pero para los malos será un suplicio espantoso que consumirá toda la culpa que han contraído. Ahriman y sus demonios serán arrojados a las llamas, o expulsados a las tinieblas exteriores para ser ocultos o destruidos al final. Se crearán un nuevo cielo y una nueva tierra en los que el bien, la alegría y la paz reinaran para siempre, y Ahura Mazda lo será todo en todos.

Japon

Religión:

Los orígenes no van más allá del siglo VI antes de Cristo, cuando las grandes civilizaciones de Asia como China e India que ya eran esplendidas, grandes pensadores realizaban grandes avances en el pensamiento humano, Buda, Confucio y Lao Tse. Los pobladores con precedencia distinta, china, mongol, corea y sin faltar los indonesios estaban estableciéndose en una isla al noreste del continente.
Parece lógico con este sustrato étnico que el pueblo Nipón sea un pueblo tributario de culturas extranjeras, hubo de superar la dificultad de los primeros años sin algún tipo de escritura, al observar el poder de su vecino sin duda alguna extrajeron sus conocimientos e incluso los signos gráficos para su lenguaje autóctono, convirtiéndose tal vez en el único caso en la historia que no se imponía como resultado de una conquista, o derrota la absorción de una cultura a otra.

Religión en Japón

Kami-no-michi (Shinto)

Significa «el camino de los dioses», en chino «Shen-tao», de donde procede la palabra «shinto».
Empujados hasta su hábitat actual por sucesivas invasiones procedentes, a través de Corea, del continente asiático. Esos invasores eran de raza mongólica, mezclados quizá con elementos protomalayos de Indonesia. Al igual que los ainu, los recién llegados parecen haber practicado un culto animista de la naturaleza y la fertilidad muy desarrollado, dentro del cual la monarquía divina ocupaba un lugar destacado. 

El principal objeto de veneración era el sol, y se creía que el volcán Fujiyama, cuyo nombre se deriva de la palabra que en la lengua ainu significa «antepasada», era una diosa. Las estrellas, las nubes, los mares y la vegetación estaban divinizados, y prácticamente no había objeto natural de cierta importancia al que no se considerase animado por un ser espiritual bueno o malo.

La sociedad estaba organizada sobre una base tribal en grupos patriarcales de un mismo linaje, teniendo cada clan su jefe y adorando a una deidad protectora. La religión consistía en un politeísmo muy desarrollado, con una mitología compleja que describía la formación de una serie de dioses a partir de un caos primigenio, que era como un océano de lodo envuelto en la oscuridad. Al fin dos de ellos, Izanagi —«el hombre que invita»— e Izanami —«la mujer que invita»—, dieron origen a las islas del Japón mediante un proceso generativo. Luego de hacer las aguas, las montañas, los campos, las nieblas, el fuego, etc., engendraron un grupo numeroso de deidades, la última de las cuales, el príncipe del fuego, quemó fatalmente a su madre al nacer. Enfurecido, Izanagi despedazó al niño y marchó al mundo subterráneo en busca de Izanami, pero ella y sus dioses perversos le rechazaron y le hicieron volver a la tierra. Según una tradición, fue mientras se purificaba de la polución que había contraído en este viaje cuando Izanagi procreó a la gran diosa del sol, Amaterasu, así como al dios de la luna, Tsukiyomi, y al dios de las tormentas, Susanoo. Otra versión afirma que estos dioses fueron engendrados por la pareja divina, no únicamente por el dios.

El Estado japonés se presenta a sí mismo como el más antiguo y sólido del mundo, con una línea imperial ininterrumpida que se remonta a los primeros padres, Izanagi e Izanami, ν a su ilustre creación Amaterasu-Omitkami. Los japoneses se consideran hijos de los dioses, y a su Mikado descendiente directo de la diosa del sol, que instituyó el Estado por decreto divino y le dio superioridad sobre todos los demás. Por ingenuo y tosco que pueda parecer el fondo mitológico de la historia nacional, tal como todavía se relata en los libros de texto oficiales de la escuela primaria, con Amaterasu-Omitkami en el lugar principal como primer antepasado del emperador, él ha sido el instrumento de creación de un nacionalismo intenso y sigue ejerciendo un atractivo popular muy hondo y justificando una doctrina de absolutismo político con poderosas sanciones sobrenaturales.

El culto al emperador

El gobernante, según la antigua organización en clanes, del distrito de Yamato, que estaba bajo la protección especial de la diosa del sol, fue consiguiendo poco a poco
la hegemonía política sobre los demás jefes locales, hasta convertirse en emperador del Japón. Al ser el culto de Amaterasu el más importante del país, el Mikado estaba obligado a celebrar su ritual para asegurar la prosperidad de la tierra, lo mismo que el faraón en Egipto. Una vez centrado el shinto en el Estado y dotado de carácter nacional, el emperador, en virtud de su descendencia de la diosa del sol, fue también divinizado, y la lealtad absoluta a su persona se impuso como primer deber de sus súbditos

El Ryobu-Shinto

Como hemos visto, nada de esto impidió, por otra parte, que el budismo chino hiciera rápidos progresos en el Japón y modificara el antiguo shinto adoptando sus dioses y transformándolos en budas y bodhisattvas que habían reaparecido en las islas. Amaterasu, por ejemplo, fue identificada con el buda Vairocana. Sin embargo, y a pesar de la influencia abrumadora del budismo, el culto a los dioses nacionales no perdió nunca su atractivo para el pueblo. Fue el budismo el que tuvo que adaptarse al shinto, y no a la inversa. De este sincretismo resultó un «doble aspecto», el llamado ryobu, «shinto doble» o «doble camino de los dioses», con imágenes, incienso y otros adminículos de la organización y el culto budistas. Tan completamente dominado estaba por el budismo, que todos los intentos posteriores de extraer de él sus elementos shintoístas serían vanos. Desde principios del siglo xvi hasta mediados del xix casi todos los santuarios del país fueron afectados por el ryobu-shinto, y, aunque a raíz de la gran revolución shintoísta de los primeros años de la década de 1870 se trabajó denodada-mente para eliminar su doctrina y su práctica, ha dejado una impronta permanente en la arquitectura religiosa.

El budismo en Japón (Véase en India: budismo Japón)

Educación en Japón 

Su educación como su religión fueron exportados de China e India, los principales libros a tomar en cuanta son: “el libro de las mutaciones”, “de los ritos”, “El tratado de piedad filial” “los anales de Confucio”. Como para el siglo VIII se aprendían a memoria en las escuelas hasta por los siglos X, que como para esta época ya se reflexiona, ordena y cataloga los materiales adquiridos en crónicas, colecciones y leyes.

Este eclectisimo del pueblo explica la carencia de actividades originaes en un pueblo, que por otra parte, cultivo tan escasamente la metafísica y que no evidencio demasiado juicio crítico sobre los materiales importados.


El pueblo Nipón permaneció estacionado hasta el siglo XIX sin señales visibles de progreso. “un tipo de educación impersonal, pero sobre todo marcado con el sello de militarismo de las primeras civilizaciones, se dio en el Japón hasta el año 1868; junto a la religión animalista del sintoísmo. Pero reacio a lo sobrenatural, falto de fundamento de la antigua creencia, se limitó a fundar toda enseñanza moral exclusivamente en la fidelidad a la tradición, que quiere que el emperador sea obedecido como dios e impone la absoluta sumisión voluntaria a la patria. La falta de una verdadera fe religiosa y de una verdadera explicación racional del deber se ha de cumplir hasta el sacrificio, justifica la vena de pesimismo fatalista en que fue educada sustancialmente la juventud de ese país no hace mucho tiempo atrás.” (D. Morando 1953 pag. 2)

China

Religión:

Básicamente agricultores, los habitantes primitivos del norte de China fijaban su atención sobre todo en los procesos naturales, de los que dependía su provisión de alimentos. Consideraban a la tierra autora y dispensadora de la vida, de la fecundidad del suelo y de la de las  mujeres,
madres de la raza humana. La sucesión de las estaciones v del día y la noche, el movimiento armónico de los cuerpos celestes —a despecho de los ocasionales eclipses, meteoros y rayos producidos por demonios— , sugerían la idea de un ritmo de la naturaleza, que se interpretaba conforme a un principio dual llamado yang y yin, que en la filosofía china posterior (el siglo II a. C.) adquiriría gran importancia. Quizá ya a principios del primer milenio a. C. se creía que todo objeto natural estaba bajo el dominio de dos fuerzas que se influían recíprocamente, una positiva y otra negativa: el yang, activo, cálido, luminoso, procreador (es decir,masculino), y el yin, pasivo, quieto, frío, oscuro, fértil (es decir, femenino), tipificados respectivamente por el cielo y la tierra, que juntos gobernaban el universo. El T’ien, el cielo, la bóveda celeste, era esencialmente yang, y tenía su personificación en Shang-ti, el antepasado supremo. La tierra era yin, fuente de vida.

El Culto a Los Muertos

La solidaridad de la familia, sin embargo, estaba firmemente establecida, hasta el punto de ligar entre sí a todos sus miembros en una relación vital de interdependencia, dependiendo los vivos de los muertos para su prosperidad, y los muertos de los vivos para su bienestar y sustento. Las
oraciones de los miembros supervivientes de la familia mantenían vivo el recuerdo de los antepasados, y los sacrificios que se les ofrecían les proporcionaban vigor y sustento. Dado que vivos y muertos formaban una sola comunidad, con interrelaciones de dependencia recíproca, el culto
a los antepasados ha sido una poderosa influencia estabilizador de la estructura social y de su organización religiosa. La sociedad se organizó sobre una base feudal cuando, probablemente hacia 1122 a. C., la hegemonía Shang fue reemplazada por la dinastía Chu, que afirmaba ser
descendiente de la Hsia. En el nivel más alto estaba el Hijo del Cielo, y las funciones sacerdotales del emperador pasaron a los reyes de Chu. Había varios centenares de Estados feudales, cada uno regido por un príncipe vasallo del emperador, con cargo hereditario. Por debajo de él estaban los señores (duques, marqueses, condes, vizcondes y barones), los gobernadores y sus funcionarios, dentro de una jerarquía trazada con todo detalle, en
la que a cada miembro se le asignaban unos deberes particulares, que incluían funciones religiosas. Shang-ti, el monarca celestial, sólo podía ser adorado por el emperador, y los principales espíritus cósmicos o de la tierra, por los príncipes. Para el pueblo llano, reducido a la servidumbre, quedaba el culto de sus propios antepasados y de los espíritus domésticos, como los de la puerta el hogar, así como de los dioses de la suerte y la salud.

K`ung Fut-tzu (Confucio)

-          ¿en qué consiste el sentimiento de humanidad?
Dijo el discípulo
-          Consiste simplemente en amar a todos los hombres.
Respondió Confucio

Nació en el año 551 a. C. en una familia humilde del Estado feudal de Lu, en la provincia de Shangtung.
A poco de nacer él murió su padre, pero Confucio, pese a la pobreza que rodeó sus primeros años, creció con las inclinaciones y ambiciones de un caballero y un erudito. Cuando se casó a los dieciocho años tenía un cargo secundario en la Administración, pero más tarde se hizo profesor de historia, filosofía, ética, música, poesía y buenas maneras, y reunió en tomo a sí a un grupo de discípulos fieles. 
La colección de sentencias que se le atribuyen, las Analectas, le representan como inculcador de los principios de la conducta recta, el buen gobierno y un profundo respeto por el orden social establecido.

1.) Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana.
2.) Debe servirse en primer término con soberano respeto a Aquel que es el Primer Dominador.
3.) Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
4.) En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del «Justo Medio».
5.) Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder.
6.) Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales (explicadas más abajo).
7.) Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.

El Taoísmo

Se asocia con el nombre de Lao-tzu, de la dinastía Han (206 a. C.-221 d. C.). Es tan poco lo que se sabe acerca de este místico legendario, que algunos han puesto en duda su existencia histórica. De cualquier modo, es seguro que el tratado que se le atribuye, llamado TaoTe Ching o «Libro del Tao y su virtud», data de una época posterior, cuando el orden feudal de Estados combatientes entre sí se había roto y en el pensamiento de los autores místicos empezaba a configurarse la creencia en una unidad inalterable (Tao) subyacente a la diversidad del inestable mundo material. Por el poder (Te) de este misterio oculto en el universo, el Camino Eterno o Tao, se mantenía la secuencia ordenada de los acontecimientos, y, cuando las actividades de los hombres no las estorbaban, prevalecían la armonía y la perfección. Tal era el mensaje del Tao Te Ching, y su propósito el de asegurar la paz perfecta de la unión con el Tao, «que todo lo hace sin aparentemente hacer nada».

El Cielo y la Tierra permanecen porque son la materialización de una Realidad inmutable que nunca se afana, que crea sin esfuerzo ni objeto.

Con la subida al poder de la dinastía Han en 206 a. C. recibió el apoyo imperial, porque su doctrina de la inacción era idónea para lograr la sumisión popular al régimen establecido. Ello fomentó el desarrollo de supersticiones, y en particular la búsqueda de toda clase de edios mágicos para obtener la inmortalidad. Chuang Tzu había afirmado que «el que alcanza el Tao es eterno»; cabía insistir, pues, basándose en la autoridad de uno de sus más grandes expositores, en la necesidad de conseguir ese don a cualquier precio. A tal fin se empezó a utilizar ciertas medicinas y alimentos potentes, en los que se aseguraba que residían el poder y la virtud del universo.

Con los chamanes y curanderos de épocas anteriores, los sacerdotes taoístas ejercían un cierto control sobre todos estos seres y potencias divinas, y afirmaban ser capaces de infundir el Tao a sus congéneres para hacerles inmortales y poseedores de poderes sobrenaturales en grado casi ilimitado. El que todo esto fuera una parodia de la filosofía mística de los fundadores del movimiento inquietaba tan poco a las masas supersticiosas, que en las creencias y prácticas mágico-religiosas hallaban satisfacción emocional y seguridad, como a sus gobernantes, que las utilizaban como fuerza estabilizadora del imperio. Con la preponderancia del neoconfucianismo en la época Sung (960-1279 d. C.), el taoísmo perdió mucha de su influencia y patronazgo oficial. Junto con el budismo, fue condenado por Chu Hsi (1130-1200 d. C.), el Santo Tomás de Aquino del confucianismo, que, al igual que su colega cristiano, se basaba en la razón iluminada por las escrituras sagradas para atacar la irracionalidad de las supersticiones y negaciones taoístas. No obstante, pese a que el confucianismo, que llevaba consigo la veneración y deificación del Sabio, se convirtió en religión del Estado, el ocultismo, la alquimia, la geomancia, la adivinación y el exorcismo taoísta persistieron, junto con algunas de sus concepciones más elevadas del Tao, que han encontrado expresión permanente en el arte y la literatura chinos.

miércoles, 15 de junio de 2016

La India


Indice:
@ La llegada de los Arios
@ La religión
@ La educación 




La llegada de los Arios

El origen de los Arios es desconocido, pero se cree que comenzaron al sur de Rusia, donde en el segundo milenio a.c. el caballo fue domesticado por agriculturas nómadas que desarrollaron una cultura guerrera. Su religión se basaba en la naturaleza a diferencia de la cultura habitada en territorio Indo que eran mas avanzados y poseían una diosa madre acompañada de ritos de fertilidad y su gobierno de reyes-sacerdotes. las dos culturas hablaban sánscrito. Aunque ario era una designación lingüística representaba a un grupo de pueblos que en dos ramas se abrieron camino hasta la india.

Se considera que ellos eran nobles, y los nativos por su color de piel eran considerados "dasa" (esclavo). que implementarían un cambio religioso, como lo veremos a continuación

El sistema de Castas

No se sabe a ciencia cierta cuando fue su origen, pero se cree entre 1000 a.c al siglo V a.c. se implementaron fuertemente.
Los arios estaban en la punta y el pueblo natal como en lo inferior, habia diferentes divisiones como los "kshatriyas"  (nobles, guerreros), los "brahamanes" (sacerdote) el de los "vaisyas" (comerciantes, campesinos y artesanos) y el de los "sudras" (siervos no arios) también en cada grupo su división por el color de piel, por eso la palabra casta viene de la palabra "varna" que significa color.

Todos los aspectos de la vida estaban regulados por la herencia y la ocupación, tanto como le matrimonio, la fuente de alimento, los caminos y las escuelas. también existe un grupo llamados "parias" que no son considerados participe de alguna casta, los "intocables". Se ocupaban de tareas ceremoniales impuras como la recogida de basura, el lavado de ropa y el curtido del cuero. Las cuatro castas según la tradición se desprendieron del cuerpo del Creador




Los Vedas

Este sistema sirvió para estabilizar la religión, cultural y política manteniendo este sistema por generaciones. los arios abandonaron el modo de vivir nómada para asentarse en el valle del Ganges no abandonaron su cultura pastoril anterior y su robusto optimismo en favor de una filosofía social y política estática, negadora del mundo, que hallaría expresión en el sistema de castas, la ley del karma y la doctrina de la reencarnación.

Sus himnos anteriores, los del "Rigveda" presentan un panorama muy distinto de la vida tribal, vagamente organizada en grupos de familias emparentadas o clanes, con cada tribu regida por su rey y adorando a una serie de dioses naturalistas: Dyaus Pitar, el Ser Supremo; Varuna, el cielo que todo lo abarca; Surya, el sol; Usas, la aurora; Indra, la tormenta; Agni, el fuego, y los Maruts, los vientos.
Los Brahmanes
al finales del siglo vil a. C. los brahmanes, firmemente establecidos dentro del sistema de castas como maestros del ritual sacrificial y del  conocimiento sagrado {veda) del que dependían todas las cosas del cielo y de la tierra.

Habían llegado a ocupar una posición única de poder y privilegio en la sociedad. La realización absolutamente correcta de la que dependía la eficacia de algunos de los ritos requería a veces semanas o meses: de hecho, el sacrificio del caballo se prolongaba durante más de un año. Todo ello exigía un adiestramiento complejo e instrucciones pormenorizadas para la práctica del culto, así como alguna explicación de lo que se decía v hacía, en forma de comentarios.

El Jainismo

Vardhamana, hijo del jefe de un clan kshatriya y nacido hacia el 540 a. C. cerca de Vaisali. Insatisfecho con el idealismo monista que reducía el mundo de la experiencia cotidiana a una ilusión, y repudiando las pretensiones de los brahmanes, Vardhamana fijó su atención en la asociación de alma y cuerpo tal como la entendía la filosofía samkhya, y vio en ella el mal fundamental. Mientras el alma, a la que él llamó jiva, permanezca encerrada bajo estratos de karma, jamás podrá comprender que es de naturaleza puramente espiritual y posee sabiduría, poder y bondad ilimitados. Durante doce años, Vardhamana practicó una ascesis severísima hasta alcanzar, a la edad de cuarenta y dos, el conocimiento espiritual pleno o kevala y  convertirse así en Mahavira, «el Venerable».

En los treinta años siguientes recorrió la región enseñando su sistema y organizando el movimiento que tomó su nombre de la palabra jiña, que significa «el que ha vencido sus pasiones» y obtenido un dominio absoluto sobre sí mismo. Para alcanzar esta condición los aspirantes convivían en comunidades religiosas sin organización estricta, que más adelante se dividieron en dos facciones rivales, la de los «vestidos de blanco» y la de los «vestidos de aire», llamados así porque los primeros iban vestidos y los segundos desnudos. Ambas órdenes buscaban la liberación mediante las prácticas de austeridad (tapas), la meditación intensa y un control riguroso del pensamiento y las pasiones. Les estaba prohibido quitar la vida a cualquier ser animado, y también la mentira, el hurto, la sensualidad y todo tipo de atadura terrena.
Pero siguen siendo un pequeño grupo ecléctico de aproximadamente un millón y medio de adeptos, concentrados en su mayor parte en la región de Bombay. Es discutible hasta qué punto sea lícito considerarles como organización religiosa, dado que
en su disciplina no hay lugar a la idea de un Dios o Absoluto. Por el contrario, siempre han repudiado esa clase de conceptos, interpretando la fe como recto conocimiento de la relación entre materia y pensamiento, y su aplicación práctica como la línea de conducta a adoptar para alcanzar la emancipación, sin mediación alguna entre el orden temporal y el mundo eterno.

El Budismo

Mahavira, Siddharta, al que más tarde se conocería con el nombre de Buda, nació a mediados del siglo vi a. C., en el seno de una familia aristócrata de la casta kshdtriya, los Gautama. Parece que su padre era un jefe del clan Sakya en el norte de la India, a unos ciento cincuenta kilómetros de Benarés, en las estribaciones del Himalaya. En torno a su nacimiento y niñez han brotado numerosas leyendas, pero es poco lo que se sabe con certeza sobre su formación. Hay motivos para creer, sin embargo, que la vida en el hogar en que creció, como ha dicho Keneth Saunders, «no sería muy distinta de la de un castillo escocés en la Edad Media». Se nos dice que antes de cumplir los veinte años se casó con la hija de un jefe vecino, a quien se califica de «princesa». De este matrimonio nació un hijo, pero Siddharta (o Gautama, como se le suele llamar), con un gesto típicamente hindú, abandonó su hogar en busca de algo que le permitiera sobreponerse al sufrimiento y deterioro de cuantas cosas terrenales veía en torno a sí,  descubrir un sentido más elevado y permanente en la vida y el destino humano. Tras vestir la túnica amarilla de los ascetas, consultó en primer lugar a dos brahmanes que vivían en cuevas en un monte cercano a Rajagaha, ciudad real de la provincia de Magadha. Pero poca iluminación pudo obtener de ellos más allá de la abstracción mística subjetiva —"el reino de la nada"» como remate a una vida de meditación— después de un breve período de vida errante fijó su residencia en las profundidades del bosque de Uruvela. 

Durante seis años practicó allí, según la tradición, austeridades cada vez más sobrehumanas, hasta ponerse al borde de la muerte. Reducidos a la piel y los huesos por efecto de sus rigurosas disciplinas, él y los otros cinco ascetas que se le habían unido seguían sin encontrar un camino que condujese a la Iluminación. Convencido de la inutilidad de semejante ascesis, Gautama se separó entonces de sus compañeros para seguir un «camino intermedio entre la mortificación infructuosa y la vida de los placeres.

La Iluminación de Buda

Peregrinaba como mendicante por Magadha cuando, apartándose del camino, se internó en una arboleda deliciosa en el lugar hoy conocido como Bodhgaya, donde ahora se alza el templo Mahabodhi. Allí se sentó en una postura de yoga bajo un árbol bodhi, junto a un arroyo claro, y decidió permanecer así hasta alcanzar la Iluminación. Hecha esta promesa relajó su voluntad, reconoció sus fracasos anteriores, y se vio recompensado por una gran experiencia, disfrutando durante siete días del gozo de la emancipación. Comprendió entonces que la causa de todas las miserias humanas es el deseo (tanha), que nace de la voluntad de vivir y la voluntad de poseer. Mientras no se tome conciencia de este hecho, no se podrá avanzar hacia la paz del nirvana. Partiendo de este principio básico, Gautama, que era ya el Buda o «Iluminado », enunció sus Cuatro Verdades Nobles, que por medio del Sendero de Ocho Divisiones conducirían al conocimiento espiritual y  sabiduría superior que tan denodadamente había luchado por conseguir.
Efectivamente, las Cuatro Verdades Nobles y el Sendero de Ocho Divisiones venían a ser poco más que un «camino intermedio» entre la búsqueda hinduista de la emancipación por el conocimiento y las obras, y el austero ascetismo de los jainíes para alcanzar el mismo fin. Quedaba anulado el sistema de castas, así como el orden ritual brahmánico, el monismo de los Upanisads y, de hecho, toda concepción de la divinidad o del yo (atman) como ego o alma permanente e individual. La doctrina del karma y la creencia en la reencarnación y  transmigración conservaban la posición central que habían ocupado en el hinduismo, y, al igual que el jainismo, el nuevo movimiento era esencialmente monástico, en tanto en cuanto el modo de vida budista presuponía en quienes lo adoptasen plenamente la convivencia en órdenes religiosas regidas por una regla ν una disciplina definidas.

Al mismo tiempo, sin embargo, se preveía la existencia de un laicado que, como el del jainismo, se comprometiese a cumplir los cuatro preceptos contra la destrucción de seres vivos, el hurto, la falsedad y la impureza, con ciertas modificaciones que los hicieran compatibles con la vida doméstica normal. La castidad, por ejemplo, se interpretaba como fidelidad en el matrimonio, y se permitía quitar la vida con fines alimenticios. Las bebidas embriagadoras, el juego, la asistencia a ferias, el callejeo a horas  improcedentes, la ociosidad y el trato con personas ideseables quedaban  estrictamente prohibidos. El buen laico, en fin, debía vivir con moderación y contribuir con sus limosnas al sostenimiento de los monasterios. De ese modo iría acumulando méritos y, si bien no podía esperar la emancipación en esta vida, al morir podría pasar a uno de los cielos, para aguardar allí el  renacimiento en un estado más alto en el camino hacia el nirvana.

las Nobles Verdades

1) la verdad del sufrimiento:
¿Porque? por el agregado de la materialidad, sensación, percepción, formación y conciencia. (porque todo lo que es condicionado es sufrimiento)
2) la noble verdad del origen del sufrimiento
¿porque? por el deseo de vivir, el apego y las pasiones
3) la noble verdad de la cesación del sufrimiento.
es la erradicación de las impurezas mundanas
4) El camino que lleva a la cesación del sufrimiento.
El recto entendimiento, el recto pensamiento, el recto lenguaje, la recta acción, la recta vida, recto esfuerzo, recta atentaron correcta y la recta concentración.

El Budismo en China

Se afirma que el budismo llegó a China en el siglo i a. C., en los primeros tiempos de la dinastía Han; pero, aunque esta tradición no tiene nada de improbable, la evidencia histórica no se remonta más allá del año 65 de la era cristiana, cuando, según la leyenda, el emperador Ming-ti, inspirado por un sueño, mandó traer de la India maestros, libros e imágenes budistas. Tras esta historia late quizá el recuerdo de infiltraciones muy tempranas de la fe, que, de todos modos, no avanzó mucho hasta la quiebra del antiguo orden que sobrevino a la caída de la dinastía Han, en el año 220 d. C. La confusión y el desorden subsiguientes a la desintegración de una sociedad feudal constituían un caldo de cultivo muy favorable para la aparición de nuevas fuerzas de consolidación espiritual. La alternativa que se planteó entonces daba a elegir entre el misticismo quietista del taoísmo indígena, que examinaremos más adelante, y el camino de salvación más práctico que ofrecían los misioneros del budismo mahayana.

Budismo en Japón

De China el movimiento sectario pasó al Japón, donde alcanzaría su más plena expresión y madurez. Aunque en los círculos de la corte quizá fuera ya conocido en el siglo iv, la fecha oficial de introducción del budismo en Corea es el año 552 d. C. En el 625 se fundaron dos sectas, una llamada sanron o «Tres Libros», la otra jojitsu, por ser ese el nombre de su texto sagrado, El libro de la perfección de la verdad. Ambas se han extinguido, al igual que otras tres, las denominadas kusha, hosso y kegon, que llegaron al Japón en los siglos vn y vm: todas ellas eran demasiado literarias, limitadas y escolásticas o místicas para ejercer un atractivo popular. Más duradera e importante fue la secta tendai, establecida en 804 con El loto de la verdadera ley como texto principal. Era un producto del movimiento racionalista que se proponía alcanzar gradualmente el conocimiento verdadero mediante el estudio de las escrituras, unido a la disciplina ascética y la práctica de técnicas rituales como el yoga a manera de auxilios a la meditación (dhyana).
Aparece un renovador religioso de gran relieve en el siglo X, Genshin (942-1017), con un nuevo culto a “Amida”, el señor de la luz infinita; donde se ocupaba en primer lugar la adoración de Todo (Tierra pura) una recolección de un budismo más sencillo.
Pero nada de esto satisfacía a un monje llamado Nichiren, que, tras estudiar las doctrinas shingon y tendal, en 1253 llegó a la conclusión de que solamente en El loto de la verdadera ley se contenía la enseñanza ortodoxa del budismo original. Acto seguido emprendió una vigorosa campaña de ataques contra todas las sectas, con la firme convicción de ser él mismo la encarnación del bodhisattva o buda salvador cuya venida estaba anunciada en el sutra del loto, encargado de restablecer la verdadera fe y rescatar así al país de la guerra civil que entonces lo asolaba. Su celo pro ético y sus violentas denuncias le ganaron bastantes seguidores, y poco después la amenaza de una invasión mongola se interpretó como vindicación de sus profecías, pese a la oposición enconada que había despertado. Su secta ha sobrevivido básicamente como movimiento político, centrado más en el nacionalismo japonés que en el budismo tradicional.

La educación:

Siempre el pueblo hindú ha estado preocupado tratando de averiguar la ontológica del ser humano, que está dividido en la multiplicidad de sus deseos, la distinción qu existe entre el yo y el no yo. El deseo de posesión pierde al hombre, quien no puede fácilmente desprenderse de los elementos más mordaces del egoísmo moral.

En el pensamiento hindú lo peor del hombre es tener que vivir en este deficiente cosmos. Su mismo sufrimiento es consecuencia de su estancia en el mundo. “el cuerpo es dolor porque es el lugar del dolor; los sentidos, los objetos, las percepciones son sufrimientos porque llevan al sufrimiento; le mismo placer mundano es sufrimiento” (Anirudha: comentario a Samkhya Sutra, II, I).
Por lo cual encontramos en la cultura el deseo y hasta una necesidad de perfeccionarse, y esto con llega a liberarse de su desgracia, o sea, su ignorancia metafísica. Por lo cual su objetivo pedagógico es la liberación del espíritu.

Peor las clases más bajas estaban vedadas en el conocimiento de la escritura, lectura y calculo, siendo los brahmanes la única clase con estos privilegios.
Las Fuentes clásicas de la cultura y de la educación son: los vedas, la interpretación de los libros sagrados (Upanisad), poemas (Mahabharata y Ramayana), el fondo tradicional (smriti) y las leyes de Manù.

Estos libros son base de la cultura, el saber que tiene un soporte filológico procede casi íntegramente de los libros vedas. También procede de estos mismos libros el llamado diez ciencias (fonética, gramática, métrica, liturgia, exegesis, astronomía, leyenda, jurisprudencia, lógica y dogmática, música y medicina que serían colocadas al avanzar el tiempo). Muy pocos estudiantes se dedicaban a estudiar a las 4 vedas, ordinalmente el estudio duraba doce años hasta la edad de 20 años.
El gurú o maestro del espíritu es tenido de gran estima por el pueblo, gracias a la excelsa labor que realiza, “el que honra a su madre gana el mundo terrestre, el que honra a su padre el segundo mundo, y el que continuamente honra a su maestro gana el mundo celeste de Brahma.”
La educación suele darse al aire libre, bajo un árbol, esta se repartirá dependiendo del estado económico de la familia, los más acomodados serán estudios personalizados mientras que los otros que pueden apenas pagar por enseñanza particular, se limitaran a enseñar a leer, escribir y a iniciar en el cálculo.

La relación entre maestro y estudiante es íntima y personalizada, el gurú se dedicará el tiempo necesario para cada uno, como se dice popularmente “que tu pensamiento siga al mío; que te goces con toda tu alma en mi palabra; que el Dios Sabio te una a mi”

¿acaso no están todos sujetos al dolor, enfermedad y muerte? Una voz proclama igualdad, y amor a los demás; con las nuevas enseñanzas de Siddharta Gautama recomienda a sus discípulos que no pierdan el tiempo en discusiones acerca de los clásicos temas de existir, del mas allá, etc. Lo principal es buscar liberación del espíritu, todo lo demás se resolverá como consecuencia de esto. Por otro lado, no da valor alguno a lo que nos haya llegado atreves de los sentidos. Todo lo inmaterial es inaceptable.